Discusión: Juego seguro en apuestas deportivas

· Recopilación de capítulos y entradas anteriores de Forobet y Webapuestas:
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Capítulos y Entradas de psicología:

· Capítulo 10: Capítulos especiales 1 [Día a día de un trader]
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· Capítulo 34: Teoría 12 [El arte de ganar sin acertar las apuestas]
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· Capítulo 38:Teoría 15 [El largo plazo en el trading, parte 1]
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· Capítulo 39:Teoría 16 [El largo plazo en el trading, parte 2]
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· Capítulo 52:Teoría 21 [El EGO en los mercados]
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Hay dos cosas que el ser humano ha anhelado desde que el mundo es mundo: el poder y la inmortalidad. Al contrario de lo que pudiera parecer, ser inmortal no sólo es el deseo imposible de vivir eternamente. Dicen que una persona nunca muere si continúa viva en el recuerdo de los que sí lo están. Realizar grandes gestas es una forma de ser recordado para siempre, y en busca de ese viejo sueño de grandilocuencia ha habido hombres que han pasado a la historia por intentar ser los primeros o los más grandes a la hora de lograr sus metas, como el primer hombre en llegar al Polo Norte o el primer hombre en pisar la luna. Dentro de toda esa exaltación de la individualidad, los casos más claros han sido los de militares (Napoleon, Hitler) que han buscado esa grandeza mezclada con un fuerte sentimiento patriótico; extender sus dominios hasta mucho más allá de los límites de sus fronteras e intentar que la mayor cantidad de países posible hable el mismo idioma y sea dirigida por la misma persona.

Ese mismo sentimiento individualista de grandeza lo podemos extrapolar a la vida cotidiana. Cuando un emprendedor inicia un negocio, quizá lo haga con unos objetivos realistas, pero en el fondo siempre estará anhelando llegar a lo más alto. Ser el mejor en su profesión. Evidentemente, hay un conflicto intrínseco en ello, y es que si un negocio es popular, habrá miles de empresarios metidos en él, salvo que seamos visionarios. Si no es popular, será mucho más difícil llegar a la gente y hacerlo rentable. Es precisamente esta competitividad que tenemos hoy en día la que hace cada vez más frustrante emprender y llegar al cliente. Esa misma competitividad la podemos encontrar también en los puestos de trabajo convencionales, donde desde hace un tiempo, año a año para aspirar el mismo puesto de trabajo se necesita o bien una mejor preparación, o bien una menor ambición económica. Todos aquellos que de un tiempo a esta parte no se hayan podido adaptar a dichas exigencias, en la actualidad tienen que intentar sobrevivir de una forma alternativa.

El juego guarda una relación directa tanto con el anhelo de ser grandes como con la necesidad de obtener dinero. Hoy en día, todos aquellos que no han podido adaptarse a las nuevas exigencias del mercado, entre otros, guardan la esperanza de crear fortuna de formas alternativas, y éste es el actual negocio de las empresas dedicadas a los juegos de azar. Desde las máquinas tragamonedas, pasando por los juegos de casino hasta llegar a las actuales apuestas deportivas. Todas estas variantes se rigen por la misma idea de juego: valor esperado negativo. Expected value - (EV-) es como la versión técnica de la vieja frase "el casino siempre gana", y parte de una estrategia tan simple como pagar como recompensa por un premio menos cantidad de la probabilísticamente correcta. De esta forma, pagando menos (o timando, que es otra forma de decirlo) el jugador puede llegar a ganar en diversos tramos de su juego, pero a largo plazo, si realizase las apuestas/jugadas suficientes, perdería en el 100% de las ocasiones.

Por ese mismo motivo las máquinas tragamonedas llevan tantos años siendo rentables para el dueño de las mismas y para el propietario del establecimiento, teniendo el margen de beneficios más grande en comparación con los demás juegos de azar. Y la gente lleva décadas jugando, pese a que en algunas de ellas ponga explícitamente el porcentaje de retorno (payout) esperado por el jugador, siendo claramente un juego de suma negativa.

Con el tiempo, estas máquinas han ido derivando en otros juegos adaptados a los tiempos, hasta llegar a las apuestas deportivas que hoy en día conocemos. Si en todo este tiempo juegos con un margen de beneficio elevado a favor de la casa han sido rentables, era de esperar que al introducir un factor emocional como el deporte, muchos aficionados decidiesen probar suerte en busca de lo mismo que han estado buscando los jugadores de juegos de azar durante toda su vida: pegar un pelotazo. Todo está pensado, y las casas de apuestas se anuncian prometiendo beneficios suculentos, sabiendo que ganar una gran cantidad de golpe es una de las fantasías de los jugadores recreacionales.

Por desgracia para el usuario, son pocos los que consiguen este tipo de logros, de la misma forma que pocos son los que consiguen cantar un bingo especial, un boleto premiado en un sorteo o ganar el premio máximo en una máquina tragamonedas. Pero para el apostante soñador no existen las matemáticas, simplemente existe la ilusión de saber que pueden conseguir ganar, y que con ese premio sus problemas y sus preocupaciones dejarán de existir. Es precisamente en ese territorio en el que las casas de apuestas convencionales ponen más hincapié, ya que de él extraen la mayor parte de sus ganancias, vendiendo el producto de una forma lúdica, invitando al usuario a apostar de esa misma manera, y aunque en ocasiones les tocará reembolsar el premio al feliz apostante, la suma negativa del juego, unida a la irresponsabilidad del jugador, hará que la empresa siga generando dinero.

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